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2.1

2. Tipos de energía básicos de que se compone el ser humano

 

2.1. El cuerpo físico

 

En la creación todo está compuesto de energía, la cual presenta diferentes comportamientos, formas de organización y grados de densidad. Cuanto más densa es esta, más se encuadra dentro de lo que llamamos “materia” y cuanto más sutil es, más se acerca a lo que llamamos “espíritu”. En cada objeto y en cada ser coexisten diferentes tipos de energía, siendo que el cuerpo físico humano constituye la forma más densa de nuestras energías, destinada a permitirnos una interacción natural con el plano material de nuestro mundo.

 

2.2. El alma, espíritu o cuerpo espiritual y el canal de conexión con Dios

 

El alma, espíritu o cuerpo espiritual no es apenas una idea, o algo simbólico o imaginario, sino que se trata de la parte de nuestro ser más sutil y es la que tiene un vínculo directo y permanente con Dios mientras estamos vivos. Esta conexión se da a través de lo que los videntes describen como un canal o cordón de energía que se conecta a nuestro cuerpo en la cima de la cabeza. 

 

Por él nuestra alma entra en el cuerpo cuando nacemos. Luego, cuando morimos, esta va hacia otro plano de existencia también a través de él —aquel que nos destine el Creador— y en ese momento lo percibimos como el famoso túnel de luz. 

 

Durante nuestra estancia en el mundo material, este canal vehiculiza energía en dos direcciones: por un lado, Dios nos envía la energía que anima nuestro espíritu, que a su vez anima nuestro cuerpo en cualquiera de sus manifestaciones: energía vital, conocimiento, inspiraciones, amor, fuerza para superar dificultades extraordinarias, etc., siempre en la justa forma y medida que necesitamos para encarar los desafíos que tengamos que enfrentar en este plano. Por el otro, cuando oramos, nuestro mensaje mental llega a Dios también a través de este cordón, y de forma tanto más intensa y rápida cuanto mayor sea nuestra fe y receptividad ante el Espíritu.  

 

En definitiva, si uno está vivo significa que está recibiendo energía de Dios. El canal solo se corta si en el momento de la muerte renunciamos a que nos acoja. Entonces, nuestra alma se queda en un espacio que, entre otros nombres que veremos después, recibe el de “bajo plano astral”.  

 

Este canal no debe confundirse con el llamado “cordón de plata”. El segundo mantiene conectados el cuerpo físico con el espiritual, se extiende apenas cuando estando en vida el alma sale del cuerpo —durante el sueño, por ejemplo— y es algo así como un cordón formado por cordones menores, que al unirse al cuerpo físico se ramifica conectándose a diversos puntos de él.

2.3. Aura y áurea

 

El aura es un campo de energía que emite nuestro cuerpo espiritual. Cuanto más desarrollada está la vida espiritual de una persona, más fuerte e intensa es su irradiación.

 

El áurea es un campo energético que emite no solo el cuerpo físico humano, sino el de todos los demás seres vivos y objetos inertes. Es más denso que el primero, ya que está compuesto por átomos, y dependiendo de factores como nuestro grado de salud física y equilibrio emocional estará más o menos vigoroso. Entre varias de sus funciones, está la de constituir nuestra defensa natural frente a las energías negativas mentales y espirituales, aunque no sólo ante ellas: por ejemplo, agresiones de tipo físico como la contaminación ambiental o los accidentes también pueden afectarla.

 

Si estamos física y emocionalmente equilibrados, el áurea estará más fuerte. Y al contrario, cuando estamos débiles o desequilibrados, se debilita y nos hacemos más vulnerables frente a las influencias espirituales negativas o frente a cualquier otro tipo de agresión de nuestro ambiente.

2.4. los lazos psíquicos

 

2.4.1. ¿Qué son los lazos psíquicos?

 

Lazos psíquicos, hilos de luz, lazos energéticos, cordones de energía… podemos usar varios nombres para ellos. Los videntes observan que, en el caso de los seres humanos, se forman unos filamentos de energía que parten sobre todo de los chakras y se conectan al cuerpo de otros seres humanos. 

 

Estos lazos son canales de comunicación por los cuales una persona transmite pensamientos y emociones a otra. También son un canal que los seres espirituales negativos pueden utilizar para pasar de una persona a otra.

 

En el destinatario, los lazos se conectan predominantemente a los chakras, principalmente al del plexo solar, pero pueden hacerlo en cualquier parte del cuerpo.

 

Podemos llamarlos “lazos psíquicos” y también “lazos energéticos” porque todo lo psíquico es energético, la energía es activada por el pensamiento.

 

Estos lazos son creados por nuestras emociones y pensamientos. De ese modo, si pensamos en una determinada persona, si sentimos algo hacia ella, se forma un lazo psíquico que nos conecta. Todos los emitimos y recibimos de manera natural. Además, a través de ellos podemos conectarnos no solo a personas sino, literalmente, a todo: a individuos y grupos de individuos (grupos políticos, religiosos, profesionales, etc.), a animales o a cualquier tipo de objeto físico sobre el que proyectemos nuestra afectividad.  

 

Tienen distintas naturalezas y producen distintos efectos dependiendo de la emoción que los creó. Los videntes observan incluso que tienen distintos colores, texturas y grosores. Cuanto más intenso es el vínculo afectivo entre dos personas, más grueso y fuerte es el lazo. 

 

Si un lazo es producto de un sentimiento amoroso, producirá efectos benéficos en las personas que estén conectadas a través de él. Si es producto de un sentimiento dañino, producirá efectos negativos, perjudicando el equilibrio emocional e incluso llegar a dañar la salud física de las personas.

 

Con relación a la conexión del ser humano con el mundo, son el mecanismo sutil que está detrás de ella y muestran en la práctica que el aislamiento del individuo con relación al mundo no existe.

 

Comprender su existencia explica multitud de fenómenos tales como la telepatía, la sincronicidad, las visiones del futuro (su acción no está limitada por el tiempo y el espacio, pueden conectarse a eventos futuros), los actos mágicos, etc.

 

Explican experiencias como, por ejemplo, que una madre sepa que un hijo está enfermo aún estando lejos de él; que un perro perdido camine durante 500 kilómetros hasta encontrar a su dueño; que una mujer y su marido tengan el mismo sueño durante la misma noche; que un masajista toque a un paciente depresivo y automáticamente sienta depresión; influir en que un líder amoroso genere conductas amorosas en sus seguidores y que uno despótico genere conductas de odio en los suyos; que un individuo adoptado desarrolle varios rasgos de carácter similares a los de su padre biológico, al que nunca vio; que un símbolo o un ritual religioso aparezca en varias culturas que nunca tuvieron contacto entre sí; y un largo etc.

2.4.2. Los lazos psíquicos dañinos

 

Puesto que este libro es un manual de protección psíquica y espiritual, vamos ahora a hablar sobre los lazos psíquicos dañinos.

 

Básicamente, se trata de aquellos formados a partir de emociones negativas. Los principales tipos se originan por:

 

- Miedo. 

 

- Odio. Incluyendo variantes como la envidia.

 

- Necesidad o apego. Toda avidez genera lazos.

 

- Conveniencia. Aquí el lazo compensa alguna necesidad o carencia psicológica.

 

Cuando alguien emite uno, en la inmensa mayoría de los casos es algo inconsciente y no intencional. Por ejemplo, se enfada usted con su jefe y ese sentimiento de agresividad genera el lazo, que llega hasta la persona, y ella a su vez empezará a tener pensamientos negativos recurrentes relacionados con usted sin poder evitarlo. Ambos sufren y esa situación dura hasta que se resuelve el conflicto. Cualquier tipo de escenario en el que uno no consigue dejar de pensar en tal persona aunque lo quiera, ya indica la presencia de un lazo psíquico.

 

Lo que hace daño no es el lazo en sí, es la energía negativa que se transmite a través de él. Por otro lado, no se forma con alguien o algo con lo que no tenemos nada que ver. Sea benigno o dañino, si se genera es porque algún tipo de sentido su existencia tiene y no hay que culparse por ello.

 

Por ejemplo, puede que ese sentido consista en la necesidad de vivir alguna experiencia que nos haga madurar como individuos, aprender sobre alguna cuestión emocional o espiritual específica. El proceso doloroso de un conflicto puede indicar que es necesario un cambio de situación (como cuando uno está en un mal empleo y lo debido es dejarlo). 

 

Por otro lado, a veces el lazo dañino se da entre personas que se aman y cuando este se elimina la relación mejora. Por todo ello, es necesario hacer lo posible para explorar el sentido emocional profundo de cada situación.  

 

La energía puede fluir predominantemente en un solo sentido, de un individuo A a un individuo B, otras fluye en los dos sentidos de un modo más equilibrado, pero en algún grado algo de nuestra energía siempre pasa a la otra persona. Influimos a la persona y ella nos influye, nosotros estamos en ella y ella está en nosotros.

 

2.4.3. ¿Cómo lidiar con las agresiones psíquicas?

 

Cuando una agresión psíquica se da, pueden pasar dos cosas:

 

- Se forma un lazo entre las personas involucradas por el que pasa algún tipo de energía agresiva.

 

- En algunos casos, entes negativos que acompañen al emisor pueden pasar al receptor.

 

Los síntomas físicos y emocionales que desencadenan son variadísimos, casi tanto como los causados por seres espirituales negativos. En el primer caso no habrá manifestaciones “sobrenaturales”, claro, pero sí puede haber todo tipo de estados mentales negativos y molestias corporales. 

 

Como ya hemos dicho, en la inmensa mayoría de los casos, la agresión psíquica o energética es algo de lo que el agresor ni siquiera tiene consciencia, pero hay una mínima parte de ellos en los que, sí, este tiene plena consciencia de que está usando la energía psíquica y espiritual para hacer daño. Es el caso de los rituales mágicos destinados a agredir personas (ver punto 19.1. del libro 1).

 

En cualquier ataque mágico, lo que sucede es que se forman lazos psíquicos dañinos mediante los cuales el agresor enviará a la víctima tanto su propia energía psíquica dañina como seres espirituales negativos, aunque lo que los hace especialmente peligrosos es que, por un lado, el ritual en sí está hecho para amplificar al máximo la energía de quien lo ejecuta; por otro, la intención consciente del agresor también la intensifica.

 

Entonces, existen 2 maneras complementarias de lidiar con ello: una puramente psicológica y otra desde la oración.

2.4.3.1. Lidiar con los lazos psíquicos dañinos desde una perspectiva psicológica

 

A nivel psicológico, lo más básico que puede hacerse es, primero, tener consciencia de los mecanismos se están accionando (a esto ya ayuda el presente texto). Luego, si podemos tener contacto con la persona a la que estamos atados, hacer lo posible para resolver el conflicto, para que esta deje de sentir ese miedo, odio, o la emoción negativa que sea, hacia nosotros.

 

Muchos lazos se sueltan o deshacen trabajando a un nivel psicológico el asunto con que tienen relación, con ejercicios como los siguientes:

 

- Entender el lado de la otra persona, para hacer una tarea de perdón con relación a ella si hace falta. También hacer el ejercicio de perdonarnos a nosotros mismos, pues, como ya he dicho, todos los recibimos y todos los emitimos. 

 

Aquí, el mensaje de Cristo que siempre nos dijo que hay que perdonar incluso a los enemigos gana un nuevo sentido, pues no perdonar tiene una repercusión a un nivel totalmente tangible y energética: refuerza los lazos psíquicos dañinos.

 

- Si tenemos sentimientos negativos hacia alguien, del tipo que sean, también puede ser de gran ayuda tomarnos un tiempo para asumir que están ahí y vivirlos conscientemente. 

 

La mente va a necesitar un tiempo para expresarse libremente y sentir lo que emane de ella de forma sincera. Si no, correremos el riesgo de reprimir unas emociones que más tarde podrán expresarse de maneras perniciosas, por ejemplo, en forma de conducta violenta incontrolada o de enfermedad.

 

De todos modos es recomendable que uno mismo determine un tiempo limitado para permitirse entregarse a la emoción negativa, ya que si no lo hacemos el lazo psíquico dañino asociado a esa emoción va a tender solo a fortalecerse y a tomar cada vez más el control del comportamiento.

 

Siempre ha de haber un punto donde uno decida no pactar con esa emoción negativa, un momento en que se tome la decisión consciente de decir “no, yo no quiero estar preso a esto”.   

 

- Cuando el nivel de trauma es tan fuerte que se nos hace imposible perdonar, algo que personalmente me ha funcionado es abordar la situación justamente desde el lado religioso. Uno puede, por ejemplo, poner a la persona en manos de Cristo para que sea Él quien lidie con ella. Que sea Cristo quien juzgue si esta merece compasión o un juicio severo. De ese modo, evitamos el riesgo de ser demasiado duros con ella, pero también demasiado blandos.

 

- Es un grave error ponernos simplemente en el papel de víctimas y ver solo al otro como un demonio. En primer lugar, porque cada ser humano es muy complejo, nadie es totalmente ni un ángel ni un demonio. Nuestra capacidad de visión del escenario siempre va a ser incompleta, la otra persona siempre tendrá una historia que no conocemos, y juzgar duramente al otro es otra de las formas de fortalecer el lazo.

 

- Trabajar para alcanzar una postura de observador imparcial de la situación. Cuando uno actúa desde esa postura no crea lazos, recordando siempre que allá donde la emoción es intensa, el lado se hace más fuerte.

 

Siguen algunas preguntas que uno puede hacerse para ayudar al proceso de autoexploración psicológica:

 

- ¿Ha estado conversando con una persona irritada y después se ha sentido usted también irritado sin motivo aparente?

 

- ¿Ha llegado sintiéndose anormalmente agotado a casa después de estar en un lugar con mucha gente?

 

- ¿Le gusta pensar que usted es siempre “la buena persona” y que los otros son “los malos”?

- ¿Se ofende con facilidad con alguien que lo critica?

 

- ¿Siente algún tipo de satisfacción inconsciente por el hecho de vivir situaciones negativas donde usted es una víctima?

 

- ¿Le satisface inconscientemente sentir que las otras personas lo necesitan aunque lo despojen de una parte de su energía?   

 

- ¿Crea un exceso de conexiones energéticas porque equipara estar siempre atareado con su valor personal?

 

- De modo general, ¿le gusta añadir drama a su vida poniéndose en situaciones de conflicto?

2.4.3.2. Oraciones para lidiar con los lazos psíquicos dañinos

 

En los momentos de sufrimiento emocional producidos por lazos psíquicos dañinos, puede ayudar hacer la oración del manto de protección en su versión adaptada para estos, en el punto 8.4.1.1. Oración del manto de protección para lazos psíquicos dañinos del libro 1.

 

Luego, el procedimiento de liberación espiritual descrito en el libro 2 contiene un núcleo de oración también destinado a eliminarlos, tanto en su versión para atender pacientes como para el autoexorcismo. Véase en 10.13. Procedimiento para eliminar lazos psíquicos dañinos en el paciente. Seguramente, para los casos más graves de agresión psíquica será necesario recurrir a esto.

 

En diversas situaciones, cuando los lazos se eliminan a través de la oración o del procedimiento de liberación pero no se trabaja con ellos a un nivel psicológico, estos vuelven a formarse. Por ello es tan importante tratarlos desde las dos vertientes, la psicológica y la espiritual.

Ir a: 3. El lenguaje espiritual

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