21. Usted era ateo o agnóstico y la experiencia con los espíritus le ha mostrado que Dios está. ¿Y ahora?
Siguen algunas consideraciones más para una espiritualidad cristiana positiva.
21.1. Entrar en un grupo religioso de su elección
Si quiere usted explorar este camino, siguen algunas sugerencias para que la experiencia sea lo más edificante posible:
1º. Investigar los orígenes del grupo religioso: sus fundadores, sus creencias básicas, conocer su historia oficial e investigar también si hay algún tipo de historia oculta tras ella, si el grupo ha sido calificado como secta, etc. Por ejemplo, existen grupos religiosos que oficialmente se autodenominan cristianos pero que están gobernados subterráneamente por personas vinculadas al ocultismo y cuya tarea real es justamente apartar a las personas de un genuino proceso de crecimiento espiritual y conexión con Dios.
Nada más sencillo para investigar estos asuntos que comenzar haciendo búsquedas en Internet del tipo “Nombre del grupo religioso + paganismo, ocultismo, origen secreto, lado oscuro de, origen oculto, historia secreta…”. A partir de aquí, si se encuentra algo de información al respecto, será recomendable descubrir quiénes son los mejores investigadores dedicados a desenmascararlo. En Internet corre mucha información falsa o simplemente de mala calidad, claro, pero siempre existen también autores de referencia con investigaciones serias y bien fundamentadas.
También se recomienda la comparación de fuentes diversas. Por ejemplo, podremos encontrar libros de especialistas que escriben contra el grupo, de especialistas que escriben a favor de él (pero que revelan claramente su funcionamiento interno), comentarios de antiguos miembros, etc.
Nota: Un buen investigador va a justificar las informaciones ofrecidas sobre el asunto basándose en aspectos como documentación fiable, un número expresivo de testimonios, buena bibliografía, argumentos coherentes y búsqueda de la mayor objetividad posible.
2º. Una vez que incorporado al grupo, ir observando cómo se adapta uno a su estructura social y cómo evoluciona el proceso de aprendizaje espiritual, así como el desarrollo de la fe.
Si al cabo de un tiempo uno se da cuenta de que la experiencia es mucho más negativa que positiva (las prácticas del grupo son torturantes, le están matando la fe, le están quitando la alegría, la vitalidad, etc.), habrá que ver por qué eso está pasando. La regla fundamental sería la siguiente: la práctica religiosa en la que uno esté tiene que dar vida.
3º. Algunos de los mecanismos básicos que los grupos destructivos utilizan para obtener dominio sobre las personas:
- El estímulo del miedo y la culpa.
- Prácticas ascéticas severas de debilitamiento físico y psicológico.
- Exigencia de obediencia ciega.
- La idea de que se trata de un grupo de elegidos y que una vida plena y el desarrollo espiritual no son posibles fuera del grupo.
- El uso de técnicas retóricas por parte de quienes hablan al grupo dirigidas a excitar las emociones de manera que se debilite el raciocinio y el sentido crítico.
- Etc.
21.2. Cultivar una relación con Dios y el conocimiento de las cosas del Espíritu sin vincularse a grupos religiosos
¿Es posible que una persona esté bien conectada con Dios y con la vida, en un proceso positivo de aprendizaje espiritual, con fe, con amor, y sin estar en un grupo religioso? La respuesta es un rotundo sí.
El estar dentro de un grupo religioso es positivo para mucha gente, pero existen personas que aun así simplemente no se sienten a gusto con las formas de vida que ello conlleva.
Con relación a esto, el autor de esta obra solo tendrá algo que sugerirle a quien quiera cultivar la vida espiritual desde una perspectiva cristiana, y es lo siguiente: lo mínimo a hacer para tener una espiritualidad con el máximo de libertad de acción posible es incorporar en su vida lo que considere adecuado de este libro, para lo tocante a la protección espiritual, y luego ir conociendo la Biblia, que es el vehículo fundamental por el que Dios habla a los cristianos. Luego, al interpretarla, bien se puede aplicar la frase de San Pablo: “Examinadlo todo y quedaos con lo bueno” (Tesalonicenses 5:21). Ni siquiera el mismo Cristo imponía nada a nadie, pues a la hora de dirigirse a la gente empezaba sus discursos con la frase “Quien quiera escuchar que escuche…”.
A aquellos que no la conozcan y tengan algún tipo de juicio previo negativo con relación a ella, quisiera decirles lo siguiente:
La Biblia es uno de los textos más ricos y complejos que se han escrito, es pragmática y poética, su interpretación ha de ser literal a veces y otras metafórica, y ofrece un retrato extraordinario del ser humano, de Dios y de las relaciones entre ambos. Esto supone varias implicaciones importantes: la primera de ellas es que, al ser un texto tan lleno de matices y de ideas que a veces son opuestas, puede ser, sí, utilizado como una temible herramienta de esclavitud (cuando es utilizado por los “lobos con piel de cordero”, por los “falsos profetas”) así como uno de los mayores instrumentos de la libertad humana (cuando es utilizado por un “buen pastor” o por personas que, simplemente, tienen un deseo genuino de estar conectadas con la vida y con el Espíritu).
En ella podremos leer a San Pablo con su defensa del celibato (Corintios, 7) y también el Cantar de los cantares, que es una de las cumbres de la literatura amorosa de todos los tiempos. En Nerón encontramos al déspota, el igualitarismo social más puro en la oración del Magníficat de María, un Dios severo en el Yahveh del Antiguo Testamento (a veces…) y el ser de compasión por excelencia que es Jesucristo.
Otro aspecto importante a considerar es que hay en ella ideas que son universales y otras que tuvieron sentido apenas en el contexto de la sociedad y época en que fueron escritas. Por ello, una recomendación que se puede dar desde aquí es leerla “con ojos de época”. Por ejemplo, hay determinadas normas de convivencia entre hombres y mujeres propias de la sociedad israelí de la época del Antiguo Testamento que hoy no tendrían ningún sentido en nuestra sociedad occidental contemporánea.
¿Por qué esta complejidad? ¿Por qué el texto bíblico no puede ser una simple lista de preceptos sobre lo que hay que hacer y no en esta vida? Porque Dios, en virtud de su amor, quiere que ejercitemos nuestro libre arbitrio. Así, su libro nos exige ejercitar la reflexión, la autonomía mental y emocional, pues el camino de evolución del alma es un camino de coparticipación con el Señor, esto es, que recibimos su ayuda pero también quiere que caminemos con nuestras propias piernas, un camino en el que podemos tener que realizar luchas terribles, pues la batalla nos da temple, porque no nos quiere esclavizados y débiles, nos quiere fuertes, libres, creadores y amorosos.
Tampoco es un libro estructurado de forma lógica, por lo que no se recomienda desde aquí su lectura lineal, ni siquiera completa. Por ejemplo, ¿qué sentido puede tener leer las largas listas de nombres de las familias hebreas que aparecen en el Antiguo Testamento si no se es un historiador bíblico?...
Podemos recomendar, sí, por ejemplo, que se seleccione la parte que se va a leer en función de la urgencia emocional que se tenga en un momento determinado. ¿Se siente usted desesperanzado? Puede buscar textos en ella que hablen de esperanza. Haciéndolo así, cuando se entra en la lectura no se hace desde una actitud puramente intelectual, esto es, fría, y sí con la participación de las emociones. Y es entonces cuando el texto puede ser percibido como comida y bebida por alguien que tiene hambre y sed. Es así que uno siente que su alma es nutrida con potencia, que la palabra de Dios está realmente ahí. Se trata no solo de estudiar, sino de meditar, rumiar, escudriñar en La Palabra, con sabiduría, esto es, con “sabor en la boca”, no solo con la mente.
Otro aspecto que cabe considerar es que existen multitud de doctrinas que se dicen bíblicas pero que son puras tergiversaciones, por lo que si uno no conoce la Biblia de primera mano estará indefenso ante ellas. Hoy en día, por ejemplo, la cantidad de personas que dice creer en Cristo pero que ni siquiera ha leído los Evangelios, que es donde se le conoce, es innumerable...
Este mundo nos somete con frecuencia a perturbaciones que nos desequilibran y nos desvían de la salud, tanto física como espiritual, y la Biblia funciona como una “casa edificada sobre la roca”, de modo que cuando viene la inundación (léase, las tensiones a las que nos somete el mundo) preserva a nuestra alma de perderse. Y, en definitiva, a medida que uno la conoce va descubriendo que se trata de una fuente de fe, sabiduría, amor, fuerza y esperanza inagotables.
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