top of page
4
4.1
4.2

4. Los espíritus negativos

 

Los espíritus negativos, también llamados fantasmas o entes espirituales negativos, son las almas de las personas que, tras la muerte, no atienden al llamado de Dios, esto es, que rechazan entrar en el túnel de luz, y que suelen hacerlo básicamente por los siguientes motivos: 

 

1. Por estar afectivamente apegadas a objetos o personas de este mundo (propiedades, dinero, lugares, objetos con valor sentimental, seres queridos u odiados, etc.).

 

2. Por ignorancia de la vida espiritual.

3. Si tienen conciencia de que causaron el mal intensamente a lo largo de su vida, por miedo a tener que responder por sus faltas ante Dios.

 

4. Por ser enemigos conscientes de Dios.

 

Estas entidades se pueden clasificar en 2 tipos básicos: almas en pena y espíritus malignos. 

4.1. Las almas en pena

 

Se trata de espíritus de seres humanos que aunque no sean necesariamente maliciosos, por ignorancia o por estar apegados a algo o alguien de este mundo van a parar al bajo plano astral, donde quedan vagando y buscando una salida. A veces consiguen pasar a nuestro plano, y cuando interactúan con personas vivas las perturban de diversos modos que más adelante veremos en detalle (las formas más básicas de perturbación son la posesión, la influencia psíquica, y la succión de su energía vital). 

 

Aunque un alma en pena pueda ser bienintencionada, no existe misión o deseo que justifique su presencia en nuestro plano, aquí están fuera de lugar y los resultados de su presencia son siempre, a corto o largo plazo, perjudiciales para ellas mismas y para las personas vivas a quienes se vinculan, de ahí que se las incluya dentro de la categoría de los espíritus negativos.   

4.2. Los espíritus malignos

 

Son espíritus de seres humanos que ya en vida desarrollaron una fuerte destructividad consciente y experimentan placer siendo dañinos. En el momento de la muerte tampoco entran en el túnel de luz porque se enfrentan a Dios, creyéndose autosuficientes e incluso superiores a Él. Encajan con los que muchas culturas definen como “demonios”. Cuando poseen o influyen a alguien pretenden corromperlo, llevarlo por caminos de maldad, convirtiendo al individuo en su colaborador y, en último término, en su esclavo.

 

Con frecuencia, después de años atormentando a la persona, su objetivo final es provocarle la muerte (normalmente infundiéndole ideas de suicidio) y, habiendo minado su fe, impedir que esta atienda al llamado de Dios para convertirla en esclava. Así, es totalmente común que se formen grupos donde uno lidere a otros, de hecho, existe incluso el caso en que un espíritu maligno se presenta como guía espiritual ante las almas en pena, quienes los siguen por creer que las va a conducir hacia el Señor. También sucede que cuando uno de estos espíritus posee a alguien vivo las demás almas lo siguen, causando en la persona poseída severísimos trastornos por la enorme invasión que tiene que soportar.

 

A través de la posesión estos espíritus ejecutan toda la escala de maldades de que es capaz el ser humano, sobre los individuos e incluso sobre las masas, en este último caso cuando influyen a personas con funciones de liderazgo. Si bien, por muy poderosos que parezcan y que se crean, su poder y conocimiento son siempre limitados, se restringen a lo que hayan podido aprender durante su periodo de vida material y a la experiencia adquirida durante su tiempo de existencia desencarnada. Por otro lado, la energía y conocimiento de Dios y sus seres angélicos es ilimitada y omnipotente. Entonces, cuando el Señor lo considera adecuado y es para el mayor bien del alma de la persona agredida, si esta lo quiere recibe la ayuda necesaria para defenderse. No hay espíritu negativo cuya mala acción no pueda ser anulada.  

 

El Señor los perdonaría si se arrepintieran y pidieran ser acogidos, aunque tendrían que asumir tareas compensadoras del mal que hicieron anteriormente, entrando en un proceso verdaderamente evolutivo para el alma y guiado siempre por el amor. La posibilidad de la redención está ahí para todos, sin excepciones. 

4.3. El lugar natural de los espíritus negativos

 

Como ya se ha mencionado, el lugar donde estos entes existen normalmente es un plano denominado “bajo plano astral” o “más allá”, muchas culturas han utilizado también los nombres de “purgatorio” e “infierno” para denominarlo. Es un lugar de tinieblas y dolor, aunque todo ese dolor lo causan las mismas almas que están en él. Quienes están allá por ignorancia buscan el camino de salida, pues dejaron pasar la oportunidad que se les brindó de ir hacia un plano más elevado junto al Señor en el momento de morir. Muchas veces ni siquiera tienen consciencia de que podrían ser acogidos si lo pidieran; en otras buscan ser acogidos, sí, pero han de pasar un tiempo en ese espacio para aprender algo necesario para su camino evolutivo como, obviamente, no seguir cometiendo actos perniciosos o expiar pecados.

 

El bajo plano astral está naturalmente separado del nuestro, pero actualmente se está abriendo un número tan grande de brechas entre ambos y hay un número tan grande de entes negativos circulando entre nosotros que la situación no tiene precedentes históricos, según diversos testimonios de los médiums que consiguen percibirlos. Esto se debe a la gran falta de fe y de conexión sincera del ser humano con Dios en nuestros días y a la práctica de toda una serie de rituales que abren esas brechas entre uno y otro plano. 

 

Muchos rituales de magia, incluso de magia blanca, son los que las producen, sobre todo los que implican cualquier tipo de invocación o llamado de espíritus. De hecho, el medio más directo para abrirlas son las sesiones de espiritismo o ouija, incluso cuando quienes participan de ello no creen en la vida espiritual y consideran un juego estos procedimientos, o cuando creen que están invocando seres espirituales positivos, como familiares fallecidos, personajes famosos de la historia, espíritus supuestamente elevados, etc.

Ir a: 5. El momento de la muerte

4.3
bottom of page